Una historia para chuparse los dedos.
Érase una vez en 1953 una familia de artesanos que decidió compartir sus recetas de helados y postres con sus vecinos y amigos, abriendo así una heladería en la calle Marqués de Campo con un gran cartel en el que ponía Verdú.
Un apellido que generación tras generación recordaría a todos los ciudadanos de Dénia dónde encontrar los helados más ricos de toda la comarca.
Año tras año Verdú fue cambiando, creciendo y apostando por la creatividad y la vanguardia, unos elementos que harían que los helados tradicionales supiesen aún mejor, un reto que era muy difícil de conseguir ya que nunca se dejó de apostar por la materia prima y de calidad que hacía que sus helados y productos fuesen casi casi de otro mundo.
Con los años por Verdú han pasado tres generaciones de maestros heladeros que han llevado la magia de los helados cada vez más lejos, transmitiendo sus conocimientos y experiencia a otros productos increíbles como crepes, gofres, granizados o batidos.
Creando así un lugar especial en el que los habitantes y turistas de Dénia pueden deleitarse con deliciosos postres que sacan una sonrisa a cada persona que los prueba.
Un lugar donde la tradición, vanguardia y creatividad se unen para hacer que la gente disfrute y vea el lado bueno de la vida.
Y colorín colorado, la historia de Verdú aún no se ha acabado.